Una extraordinaria experiencia terapéutica

sábado, 3 de abril de 2010

“Canto a Nerea”

Déjenme contarles una historia. Una historia del alma, esas que tocan los sentidos y resuenan en el corazón. Embarcado recién en este nuevo destino de mi vida en Barcelona, una voz por el teléfono me invita a hacer una sanación de emergencia. Su nombre: Nerea, una niña de un año y tres meses que el día anterior fue al médico porque su madre había notado que su ojo izquierdo estaba un poco desviado, y que hoy ya los médicos tenían un dramático diagnóstico: un retino blastoma en los dos ojos, con posibilidades de metástasis cerebral y ya con el ojo izquierdo totalmente inutilizado. El equipo médico ya prepara el pabellón. Hay que extirpar el ojo izquierdo y comenzar a hacer quimioterapia ese mismo día…
La mente en blanco, el alma en un hilo y el caos de sus padres reflejado en los dulces ojos de la inocencia…Esta es la historia de nuestra vulnerabilidad, esa que llega sin permiso de la razón y nos envuelve en la fragilidad de la existencia.
En una fracción de tiempo los padres sacan a la niña del hospital y nos la traen para pedir una segunda opinión. Inmediatamente comenzamos la sanación…el padre se quiebra con las oleadas de todo el sufrimiento y la impotencia de la situación. Y mientras él llora en catarsis, la madre solapadamente deja escapar las lágrimas contenidas en la angosta garganta de la angustia…y la niña …en el más profundo silencio, nos observa con la infinita paz de la inocencia. Vemos como se despliega la vida y en los ojos, supuestamente enfermos, su quietud nos evoca la más inconmensurable paz del alma. Algo había aquí, en el grupo de sanación ya percibimos que ésta era la sanación de todos…
El equipo humano se mueve, se conmueve, ella es nuestra hija y la hija de todos. Sin pensar, sin medir nos comenzamos a juntar, a crear grupos de apoyo a los padres, grupos de sanación para la niña. Lentamente comienza a agitarse la energía de todo un conjunto humano antes disperso. La corriente de la conciencia se aglutina sin juicios ante la emergencia que toca el alma de todos. El sentido oculto comienza a desplegarse…
Clarividentes, sanadores, doctores, meditadores, gentes de buena voluntad comienzan a unirse, así sin reservas. Personas que nunca antes se habían conocido sentadas lado a lado en los grupos de sanación de hasta cuarenta personas en pos de Nerea. Y poco a poco vemos como las diferentes escuelas, de meditación, de desarrollo personal y de sanación comienzan a aliarse frente al dolor humano. Lo que en décadas nunca se logró, una inocente niña lo estaba haciendo…el milagro de la alianza. Es que a veces las almas encarnan en ellas todo el dolor del mundo, todo el fracaso filogenético, toda la sombra familiar o social, como un regalo de enseñanza profunda para todos. Ya a tan temprana edad, Nerea nos entrega esa visón del alma, la síntesis en la emergencia de la conciencia.
Y cómo va la historia…no hay metástasis, el cáncer se ha detenido y esta retrocediendo. A pesar de todas las secuelas de la quimio, Nerea está de buenísimo ánimo. Sus padres esperanzados, completos, íntegros y escuchando los mensajes del alma. Los grupos, aliados en la sonrisa de haber comprendido que a veces hace falta una crisis para juntar las manos en una ayuda fraternal.
Pregunto al padre él porqué del nombre de Nerea, él me dice que se lo susurraron en sueños a la madre mientras ella la esperaba. Busco en los archivos de la historia: Nerea, “Nereidas, antiguos seres mitológicos griegos que al contrario de las sirenas, ayudaban a los viajeros a encontrar su destino a través de las aguas…”
Nerea eres el espíritu que nos ayuda a encontrar el destino humano a través de las aguas de las emociones…el destino de la alianza entre los hombres. Uniendo lo que alguna vez se separó y se fraccionó en nombres rimbombantes, en escuelas de pensamiento, en teorías que tratando de explicar este santo caos de la vida, nos han separado en castas humanas, castigando la esencia de lo simple y verdadero.
Más abajo leo: “ hechizando a los marinos con su mirada, las Nereidas protegían a los viajeros en sus travesías”. Mis ojos se humedecen al tiempo que recuerdo los tumores de la niña en ambos ojos. Esto nos ha hechizado, los ojos de la inocencia, que ahí en la caverna oscura, en la retina profunda de la niña podemos vernos a nosotros mismos, nuestros miedos y fragilidades…nuestra conciencia y nuestra paz . Un canto a Nerea y a todas las Nereas del mundo…los inocentes que en su dolor asumido, nos dan la oportunidad de Ser en toda su dimensión…

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